Confianza en nuestros compañeros de trabajo, confianza en la pareja, confianza en los gobernantes o simplemente confianza en los demás… todas estas categorías tienen un aspecto en común: la garantía de estar tranquilos en cada una de las relaciones que establecemos, pues estamos seguros del cumplimiento mutuo de nuestros acuerdos y promesas.
Sin la confianza nuestras relaciones serían traumáticas, marcadas por la inercia, la suspicacia y el desencuentro que dan paso a un enfrentamiento permanente entre las personas y no permiten una sana convivencia.
Sobre la confianza y de cómo crearla, encontramos varios elementos que la hacen posible. Por ejemplo, honrar la palabra, esa virtud con la que nuestros abuelos y antepasados hicieron negocios y todo tipo de acuerdos sin necesidad de notarios ni jueces.
Cada vez que somos coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos, ganamos credibilidad y generamos confianza en todos los escenarios: familiar, laboral, sentimental, financiero, etc. Ganarse la confianza de los demás es una tarea de largo aliento, pero que se puede derrumbar en un instante.
Inevitablemente, la coherencia y la credibilidad nos harán acreedores del respeto necesario para liderar procesos, pues la colaboración debe encontrarse por esta vía y no por la del miedo. Nuestras relaciones modernas están basadas en el respeto y no en el uso de la fuerza o abuso del poder.
Entonces, en la medida que depositamos confianza y respetamos a los demás, es muy posible recibir el mismo trato como si se fuera un efecto espejo o de atracción entre similares.
Por otra parte, la confianza también se establece sobre la capacidad de cumplir o no nuestras obligaciones, metas y objetivos. Sabemos que una falta tras otra nos puede llevar al escenario poco agradable de la desconfianza. Saber en qué somos eficientes y eficaces y en qué no, es casi un imperativo a la hora de asumir compromisos.
Es la confianza la que nos permite establecer relaciones cordiales entre los gobernantes y los ciudadanos, entre los integrantes de nuestros equipos de trabajo y entre las entidades y sus usuarios. De ahí nuestro compromiso institucional de cumplir a cabalidad con los postulados del Plan de Desarrollo y la construcción de la Nueva Bogotá.
Sandra Meluk
Directora General
Orquesta Filarmónica de Bogotá
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